Por: Ing. Agr. MSc. Leonardo Vique
Como ingeniero agrónomo, mi trabajo diario me mantiene en constante vigilancia sobre las amenazas que pueden afectar nuestros cultivos. Recientemente, una noticia ha encendido las alarmas en la comunidad agrícola de la región, y me parece fundamental compartir esta información para que en Uruguay estemos prevenidos: el picudo negro de la soja, Rhyssomatus subtilis, una plaga que ha causado estragos en el Noroeste Argentino (NOA) durante años, ha sido detectado por primera vez en la provincia de Córdoba, Argentina.
Esta detección, confirmada por el INTA (Instituto Nacional
de Tecnología Agropecuaria) y reportada al Sistema Nacional de Vigilancia y
Monitoreo de Plagas (Sinavimo) del Senasa, es un llamado de atención. Si bien
el hallazgo en Córdoba no se dio en una zona intermedia esperada de dispersión
gradual, la hipótesis es que la plaga pudo haber llegado a través de transporte
antrópico, como maquinaria agrícola o camiones, lo que subraya la importancia
de la prevención transfronteriza.
El Rhyssomatus subtilis, conocido como el
"picudo negro", fue descrito en 1937 en Brasil, pero fue en Argentina
donde se le asoció por primera vez como plaga de la soja en 2006, detectándose
inicialmente en La Fragua, Santiago del Estero. Desde entonces, su dispersión
ha sido notable, abarcando para 2014 aproximadamente 737.280 hectáreas en
Salta, Tucumán y Santiago del Estero, lo que representa el 65% de la superficie
cultivada con soja en esa región del NOA.
Este insecto, de aproximadamente 5.0 mm de longitud y 2.5 mm
de ancho, tiene un cuerpo ovalado de color pardo oscuro a negro. Es una plaga
univoltina, lo que significa que tiene una única generación anual. Su ciclo de
vida se divide en una fase activa asociada a la soja y una fase hibernante,
donde permanece como larva en el suelo durante el invierno, a profundidades de
3 a 10 cm.
A mediados de noviembre, con la llegada de las lluvias, se
inician los "pulsos" de emergencia de los adultos, extendiéndose
hasta junio del año siguiente. Las máximas emergencias suelen ocurrir entre
mediados de febrero y mediados de marzo, coincidiendo con la etapa de llenado
de vainas (R5-R6) del cultivo de soja. Los adultos son longevos, y se ha
observado que hay una estrecha relación entre la cantidad de picudos que
emergen del suelo y los que se detectan en el cultivo.
La oviposición, es decir, la puesta de huevos comienza
cuando las vainas de soja están en la etapa R5 (llenado de granos) y se
extiende hasta R8 (madurez del cultivo). Las hembras depositan los huevos, que
son ovalados y de color blanco amarillento, en el interior de la vaina, junto
al grano. En promedio, cada hembra puede poner unos 230 huevos durante un
periodo de aproximadamente 66 días. Las larvas, que son ápodas (sin patas) y
con el cuerpo curvado en forma de "C", se alimentan de los granos
dentro de la vaina.
Daños y su impacto en el cultivo de soja
El Rhyssomatus subtilis tiene un alto potencial de
daño, pudiendo causar pérdidas de rendimiento de hasta el 100% si no se
controla adecuadamente. Los daños son ocasionados tanto por los adultos como
por las larvas.
En las etapas vegetativas iniciales (hasta V3), los adultos
pueden alimentarse de cotiledones y brotes, provocando la muerte de las plantas
y una reducción del "stand" del cultivo. En etapas más avanzadas, el
daño en los brotes terminales puede disminuir la altura de la planta y
modificar su estructura.
Sin embargo, la fase más crítica es la reproductiva,
específicamente durante el llenado de granos (R5 a R6), donde las pérdidas de
rendimiento pueden llegar hasta el 60%. En esta etapa, las larvas se alimentan
directamente de los granos, afectando el rendimiento del cultivo. Además, las
perforaciones por oviposición y alimentación en las vainas facilitan el ingreso
de patógenos y agua, lo que deteriora la calidad de los granos. Los granos muy
afectados pueden ser considerados como "dañados", repercutiendo negativamente
en el precio final y comprometiendo la calidad de la semilla para futuras
siembras. En casos de no control, toda la producción puede terminar siendo para
descarte.
Es importante destacar que todas las variedades de soja son
susceptibles a esta plaga.
Dado el potencial de daño de R. subtilis y su
reciente detección en una nueva región, es crucial que estemos al tanto de las
medidas de manejo integrado.
- Monitoreo
de suelo (Pre-siembra): Permite estimar la población de larvas y/o
pupas hibernantes para la próxima campaña, facilitando la planificación.
Se recomienda un punto de muestreo cada 10 hectáreas, distribuidos
uniformemente en el lote. La estación de muestreo debe ser de 50 cm
de largo por 30 cm de ancho y 10 cm de profundidad, ya que más
del 95% de los estados hibernantes se encuentran en estas dimensiones. El
suelo se tamiza para contabilizar larvas y pupas. Entre mayo y septiembre,
predomina la larva hibernante, y desde octubre, la pupa.
- Más
de 15 larvas y/o pupas por sitio de muestreo: Considerar rotación con
gramíneas y manejar borduras de lotes de soja vecinos. Si se decide
sembrar soja, se deben tomar precauciones extremas (curasemillas,
monitoreo frecuente, disponibilidad de insecticidas).
- 5
a 15 larvas y/o pupas por sitio de muestreo: Planificar estrategias
de manejo con curasemillas, monitoreos frecuentes y disponibilidad de
distintos insecticidas.
- Menos
de 5 larvas y/o pupas por sitio de muestreo: Usar curasemillas,
realizar monitoreos del cultivo y concentrar las aplicaciones de
insecticidas en las etapas críticas (R5 y R6).
- Monitoreo
de adultos en el cultivo: Se recomienda el uso del paño vertical. En
etapas vegetativas tempranas (hasta V7), donde la canopia es escasa, es
importante complementar con la revisión de brotes, hojas secas, rastrojo y
suelo, ya que los adultos se resguardan del sol.
Los umbrales de acción (UA) establecidos para la aplicación
de controles son:
- V3
a V7: 4 adultos/m o 20% a 25% de plantas dañadas.
- V8
a R4: 8 adultos/m.
- R5
a R6 (etapa crítica): 2 adultos/m. Para lotes de producción de
semillas, se sugiere especial cuidado.
- R7
a R8: 4 adultos/m.
- Control
químico:
- Insecticidas
curasemillas: Son efectivos en las primeras etapas del cultivo (20 a
25 días post-siembra), con menor impacto ambiental. Se utilizan
neonicotinoides (tiametoxam, imidacloprid, acetamiprid) y la mezcla de
fipronil + ethiprole.
- Insecticidas
foliares: Se aplican una vez que el efecto del curasemillas
disminuye. Fipronil, organofosforados, piretroides y sus mezclas con
neonicotinoides han mostrado buen control. Es importante considerar que
las emergencias de adultos ocurren en "camadas" tras cada
lluvia, por lo que un solo tratamiento químico no es suficiente debido a
la falta de residualidad de los productos actuales. La aplicación debe
realizarse en las últimas horas de la tarde o durante la noche, cuando la
plaga está más expuesta, y tomando precauciones para asegurar la calidad
de la aplicación. Insecticidas como los IGR, carbamatos y diamidas no son
efectivos contra los adultos de R. subtilis. Una vez que el adulto
pone huevos dentro de la vaina, ya no se puede controlar de ninguna
manera.
- Prácticas
culturales:
- Rotación
de cultivos: La rotación con gramíneas como maíz o sorgo es una
excelente herramienta, ya que R. subtilis no puede completar su
ciclo de vida en ellas. Si se rota, es crucial manejar las borduras para
evitar la migración de adultos a lotes de soja cercanos, y no abandonar
el monitoreo, ya que algunos adultos pueden emerger en la campaña
siguiente.
- Fechas
de siembra: Modificar las fechas de siembra podría buscar que los
picos de emergencia de adultos no coincidan con las etapas críticas de
llenado de grano (R5 y R6) de la soja.
- Prácticas
de prevención (para evitar la dispersión):
- Limpieza
de maquinaria agrícola: Es fundamental limpiar cosechadoras y
pulverizadoras que provengan de zonas endémicas.
- Transporte
de granos: Limpiar los equipos de transporte que hayan movido soja de
zonas con alta infestación.
- Movimiento
de semillas: La dispersión a través de semillas es posible si
provienen de lotes afectados y hay un corto periodo entre cosecha,
clasificación y transporte. En estos casos, se recomienda establecer un
lugar físico para el almacenamiento de semillas hasta su uso. Las larvas
necesitan el suelo para continuar su ciclo después de desarrollarse en
las semillas.
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