Por: Ing. Agr. (MSc) Leonardo Vique.
En enero de 2023 comenzaron a
circular reportes e imágenes de cultivos y praderas invadidos por esta especie Astylus
atromaculatus, conocido por su nombre común Siete de Oro. El hecho de que
su presencia se haya disparado en un contexto donde las condiciones climáticas eran
propicias, sequía y temperaturas superiores a 15 °C, pusieron en alerta tanto a
productores como las autoridades del sector agropecuario ya que se trata de un insecto
que causa intoxicaciones al ganado.
El Siete de Oro es un escarabajo
perteneciente a la familia Melyridae, conocido por alimentarse del polen
en grandes agregaciones. Su comportamiento de formación de colonias es
impulsado por la liberación de feromonas que atraen a otros individuos, creando
agrupaciones que a veces pueden llegar a ser numerosas. A pesar de que, hasta
el momento, no hemos visto un impacto directo en el rendimiento de cultivos por
el consumo de polen, es claro que esta tendencia puede cambiar.
Uno de los factores que favorece
el aumento de la población del Siete de Oro es la sequía, que trastorna los
ciclos de floración de sus plantas huésped tradicionales, como el maíz u otras
especies autóctonas. Ante la falta de estos cultivos, el insecto comienza a
alimentarse de otras especies, incluyendo la alfalfa, lo que plantea un
escenario de riesgo.
En las últimas semanas, se ha observado
un creciente número de reportes sobre infestaciones en el norte de la provincia
de Buenos Aires. Estos reportes no han sido simples estadísticas. Junto a estos
hallazgos, se registró un episodio de mortandad en vaquillonas alimentadas con
alfalfa contaminada, lo que me lleva a subrayar la importancia de supervisar
constantemente las pasturas que utilizamos para el ganado. En este caso, el
contacto con el Siete de Oro ha mostrado ser letal y se han encontrado restos
del insecto en el contenido ruminal de los animales afectados.
Como técnicos y productores, es
nuestra responsabilidad mantener el pulso sobre la situación. Debemos
monitorear de cerca las pasturas, y evitar que el ganado las consuma en caso de
presentar una alta infestación de este insecto. La recomendación es clara:
comunicarse con el técnico de confianza ante cualquier duda o señal de alarma.
Además de la vigilancia continua si
se reporta la presencia del insecto, mi consejo es aplicar ciertas prácticas
eficaces para manejar esta amenaza. Evitar el pastoreo del ganado en horas
donde el Siete de Oro está más activo, como al amanecer y al atardecer, puede
ser clave. También es esencial realizar un corte o pre-pastoreo en las pasturas
cuando estén en floración, dado que el insecto tiende a integrarse a estos
lotes en busca de alimento. Así, podemos minimizar el riesgo de que el ganado
ingiera a los escarabajos.
Otro punto para considerar es el
tema de los insecticidas. Hasta el momento, no se han encontrado soluciones
químicas eficaces para controlar al Siete de Oro, más allá de que los
tratamientos tienden a ser poco efectivos y pueden dañar a las poblaciones de
organismos benéficos como las abejas. En este sentido, lo primordial es la
gestión cuidadosa de los recursos forrajeros y la supervisión constante de los
cultivos.
Si bien no se busca generar
alarma, es fundamental que tanto los técnicos como los productores mantengamos
una alerta proactiva para el monitoreo de nuestras pasturas y cultivos en esta
situación incipiente. La prevención y el monitoreo son nuestras mejores
herramientas frente a plagas y enfermedades.
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