Por Ing. Agr. Leonardo Vique
Los patrones de
urbanización y desarrollo agroindustrial en los últimos 200 años han provocado
un incremento sin precedentes en la agricultura extensiva, junto con la pérdida
de suelos, desertificación, deforestación, erosión genética, contaminación, acidificación,
cambio climático y pérdida de biodiversidad. Estas dinámicas han llevado al
agotamiento de muchos recursos naturales, especialmente de aquellos
considerados "biofísicos". La persistencia de estas alarmantes
señales, centradas en el denominado déficit ecológico, cuestiona la viabilidad
del actual modelo de sociedad agroindustrial tecnocentrista y sugiere un
inminente colapso sistémico. Aunque la industrialización del agro ha dejado
secuelas significativas en los países desarrollados, son los países en vías de
desarrollo donde los costos económicos, sociales y ambientales del modelo han
alcanzado niveles insostenibles.
Desde la década de 1940, la agricultura orgánica se ha posicionado como una alternativa que busca minimizar el uso de productos petroquímicos en la producción agrícola, promoviendo prácticas más respetuosas con la salud humana y ambiental. En paralelo, la agricultura regenerativa tiene como objetivo integrar los sistemas agrícolas en ecosistemas regenerativos, contribuyendo activamente a la restauración de los recursos esenciales para la vida.
Los principios y
prácticas de la agricultura regenerativa destacan por:
1. Uso de sistemas
perennes: Estas variedades de plantas, que viven más de dos años, requieren
menos labranza y contribuyen a secuestrar carbono y biomasa en el suelo, además
de ser más resilientes al cambio climático.
2. Integración de
cultivos: Combinar cultivos perennes y anuales incrementa la biodiversidad y
los servicios ecosistémicos, lo que fortalece la resistencia y la fertilidad
del suelo, mejora el control de plagas y optimiza la polinización.
3. Fomento de
micorrizas: Más del 90% de las plantas se benefician de relaciones simbióticas
con hongos micorrízicos, lo que mejora la nutrición de las plantas y su salud,
facilitando la disponibilidad de nutrientes esenciales.
Aunque la
agricultura regenerativa presenta numerosos beneficios ambientales, la medición
de estos efectos puede ser compleja. Sin embargo, la interacción positiva entre
los diferentes beneficios resultantes de esta práctica contribuye a una mayor
sostenibilidad en los sistemas productivos. Algunos de los impactos de la
agricultura regenerativa incluyen: la generación de abundancia y biodiversidad,
la retención e infiltración del agua de lluvia, la reducción del consumo
hídrico, la disminución de la erosión del suelo y el aumento de la captura y
almacenamiento de carbono.
En contraste, la
agricultura convencional está asociada con la desertificación, el agotamiento
de acuíferos y el uso insostenible del agua. Aproximadamente un tercio de la
superficie terrestre y el 70% de las tierras secas están en riesgo de
desertificación, con una pérdida anual estimada del 9% en la productividad del
suelo. Además, el riego convencional representa el 70% del consumo total de
agua dulce a nivel mundial, impactando gravemente en los ecosistemas acuáticos
y terrestres. Sin un cambio sustancial en las prácticas actuales, el deterioro
ambiental seguirá avanzando, impidiendo el logro de los Objetivos de Desarrollo
Sostenible.
Es importante señalar que la producción agrícola convencional requiere un alto consumo de hidrocarburos, mientras que la agricultura regenerativa, al depender más de la mano de obra y menos de maquinaria, puede ser más eficiente. Un agricultor que adopta la agricultura regenerativa también se convierte en un agricultor orgánico.
El desafío actual es
promover y expandir la práctica de la agricultura regenerativa, que ofrece
soluciones a los problemas críticos de la agricultura contemporánea, al tiempo
que puede generar mayores márgenes de beneficio por unidad de superficie. Para facilitar
esta transición, es necesario:
1. Colaboración:
Fomentar la cooperación entre los actores locales para compartir conocimientos
y experiencias.
2. Marco normativo:
Implementar regulaciones que favorezcan estas prácticas y garanticen el acceso
a mercados y financiamiento a largo plazo.
3. Capacitación:
Proporcionar formación en técnicas eficientes a todos los niveles de la cadena
agroalimentaria.
4. Infraestructura:
Reforzar la infraestructura social, económica y normativa existente para
integrar estos sistemas productivos.
El sistema de
producción agrícola que sustenta la biocapacidad del planeta debe promover la
regeneración de los ecosistemas. La agricultura regenerativa se establece como
un marco técnico y ecológico que permite discernir entre diversas prácticas
agroecológicas. Sin embargo, aún existe una falta de conciencia sobre la
complejidad de estas propuestas. La experiencia en su implementación es
limitada, pero puede servir como base para el diseño de escenarios futuros
relacionados con los servicios ecosistémicos. Además, la eficiencia en el uso
de recursos hídricos y energéticos es esencial para optimizar la producción
agrícola.
Es crucial expandir
el conocimiento existente, estableciendo una visión clara sobre el futuro
científico de la toma de decisiones en el ámbito agrícola. Esto incluye el
desarrollo de instrumentos científicos y estrategias adaptadas a cada
subregión, además de corregir las prácticas convencionales insostenibles. Se
necesita realizar investigaciones críticas que cuestionen las verdades
establecidas y las publicaciones que no abordan en profundidad las bases
epistemológicas de las propuestas técnicas en la agricultura regenerativa.
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