APOSTANDO AL DESARROLLO AGROPECUARIO SOSTENIBLE.
Abordando un tema que va tomando cada vez más relevancia
en las políticas públicas para el desarrollo sostenible, vamos a referirnos a la relación entre la agricultura y el medio
ambiente.
Actualmente, la población mundial es de más de 7.000 millones de habitantes, y se
espera que para el año 2050 seamos más de 9.000 millones de personas en el
mundo.
Con estas estadísticas la gran interrogante
para quienes nos interesamos por estos fenómenos es, ¿Qué pasará entonces con
la agricultura, los recursos naturales y el medio ambiente?
Si pensamos por ejemplo en la
demanda de alimentos, China y los países del Asia que tienen un sólido
crecimiento económico van a continuar con una fuerte presión sobre dicha demanda y el uso de
recursos naturales.
Pero bien recuerden que a esto hay que sumarle, como ya lo vimos en
otras publicaciones, que cada vez hay
menos recursos disponibles como el agua,
suelos fértiles y una reducción de la biodiversidad; que el calentamiento global asociado a cambios
climáticos está modificando los escenarios para distintos tipos de agricultura
con mayores riesgos para la producción.
En ese sentido, la relación entre
agricultura y medio ambiente es fundamental y su abordaje debe ser integral, ya
que, si bien por un lado la agricultura tiene un rol importante en el
abastecimiento de alimentos, también es uno de los principales usuarios de los
recursos naturales y sin un manejo sostenible de los mismos se pone en riesgo
su disponibilidad para las generaciones futuras.
Los riesgos a los que hacemos
referencia son la contaminación de agua,
aire y suelos, pérdida de biodiversidad, deforestación, consumo de combustibles
fósiles, entre otros.
Organismos internacionales como
la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
(FAO) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), han
alertado con datos preocupantes señalando que la agricultura es la causa de deterioro
más importante de la calidad del agua; o, por ejemplo, unos estudios realizados
por la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, que informó que
el 72% de los ríos y el 56% de los lagos evaluados tenían a la agricultura como
fuente de su deterioro; en 26% de los ríos se encontraron plaguicidas; y en 40%
de los lagos y en 37% de los ríos detectaron nutrientes como nitratos que
disminuyen el oxígeno del agua.
Es un ciclo contradictorio
considerando que toda la contaminación que la agricultura puede
ocasionar sobre los recursos hídricos afecta al propio sistema agropecuario
porque es justamente el agua el recurso fundamental para la producción.
Cuando hablamos de contaminación del aire, nos referimos
principalmente a los gases provenientes de la ganadería, fertilizantes y
combustión de biomasa, con una fuerte predominancia de amoniaco y metano.
Para el año 2030 se estima
que las emisiones de amoniaco y metano que
proceden del sector pecuario en los países en desarrollo serán al menos 60%
mayor de lo que se genera actualmente, siendo amoniaco es que es la causa más importante de
la lluvia ácida que, como lo indica el nombre, acidifica los suelos, lagos y
ríos; y por supuesto afecta la biodiversidad.
La FAO también nos brinda un dato importante sobre la combustión de biomasa, alertando que el 90% es causado por los seres humanos a través de la
quema descontrolada de vegetación forestal y residuos de pastos y cultivos.
El estado del capital natural a nivel mundial, muestra tendencias de deterioro creciente en
términos del estado de los bosques, biodiversidad y los servicios
ecosistémicos, tanto terrestres como marino costeros.
LA PÉRDIDA
DE COBERTURA FORESTAL ES ATRIBUIBLE A UNA COMBINACIÓN DE FACTORES DIRECTOS E
INDIRECTOS.
Entre los factores directos se
tienen:
(i) la presión para ampliar la
superficie para los cultivos forestales industriales y de exportación, y sobre
todo por la demanda creciente de los biocombustibles (bioetanol y biodiesel);
(ii) la expansión de la
ganadería, sector que contribuye un 45% del PIB de la agricultura más ampliada
en Latinoamérica y el Caribe, entre otros.
Son factores indirectos:
(i) la debilidad de la gobernanza
ambiental e institucional responsable de la gestión forestal;
(ii) incertidumbres sobre la
titularidad de la tierra y los derechos de propiedad;
(iii) legislaciones e incentivos
económicos que fomentan el cambio de uso de suelo hacia la agricultura y
ganadería, etc.
Debemos saber que la pérdida de bosques es uno de los factores que
afecta directamente la biodiversidad y la vitalidad de los ecosistemas.
Un ejemplo claro de lo que hemos
venido hablando es el caso Pantanal y el Cerrado, en Brasil, son sistemas que están
sufriendo amenaza por la conversión de
la vegetación natural para la ganadería y la agricultura, por la contaminación
por agroquímicos y la minería, la introducción de especies invasoras, y por los
residuos urbanos de las ciudades aledañas.
NO TODO ESTÁ
PERDIDO.
La riqueza de capital natural de América Latina es relativamente mayor que en
otras regiones del mundo y podemos ser el mayor abastecedor de alimentos en los
mercados globales; sin embargo, hay muchos desafíos que enfrentar tanto en
innovación tecnológica, como productiva para que no agotemos nuestros recursos
naturales y podamos adaptarnos a las nuevas condiciones climáticas.
La relación entre el desarrollo agropecuario y la conservación de los recursos naturales y
del medio ambiente constituye uno de los más importantes desafíos que
actualmente enfrenta la humanidad.
Es crucial el esfuerzo por parte de los actores políticos de
los estados y a la sociedad en general sobre dicha problemática y a la vez
estimular una discusión precisa e imparcial
para diseño de soluciones a estos temas.
Se debe generar un grado de conciencia pública sobre las
interacciones entre el desarrollo agropecuario y el medio ambiente,
identificando problemas específicos y adelantando posibles soluciones.
Leonardo Vique GonzálezTeléfono: +598 98852236
E-mail: leonardoandres71@ gmail.com
Fray Bentos, Río Negro, Uruguay.
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